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ARTICULO SEMANARIO MAS JESUS BLASCO

Más comentarios independientes. Pura lógica.

La verdad, tozuda como ella sola, se acaba abriendo camino, como esos torrentes de agua impetuosos que vuelven a su antiguo cauce. La lógica indicaba que la supina incompetencia de la Sociedad Local del Suelo y la Vivienda (alias “savia” para los amigos, y alias “ruina” para el resto de los ribereños) acabaría provocando el cierre de la misma más pronto que tarde. El problema es que aquello que todo el mundo veía ha sido invisible para los teóricamente encargados de cerrarla. Desde acipa siempre tuvimos claro cuál era su utilidad: ninguna. Pero no debemos echar las campanas al vuelo, pues como decía eso lo sabía todo el mundo, menos los que la crearon y mantuvieron. ¿Por ceguera temporal, involuntaria, voluntaria? Quién sabe…
La historia de este despropósito arranca en 2001. La Sociedad Local del Suelo, como reza en su cabecera, nacía en marzo de ese año como un “instrumento político de gestión descentralizado del Ayuntamiento de Aranjuez…” Efectivamente, tan descentralizado e independiente que el único socio presente en la sociedad era… el propio Ayuntamiento de Aranjuez. Lo que nacía no era ni más ni menos que lo que conocemos ahora como un “chiringuito” público. ¿Y para qué sirven los chiringuitos públicos? Pues para muchas cosas, excepto para gestionar de forma rápida y eficiente. Sirven como retiro dorado para amiguetes, como el director gerente contratado por los socialistas, que era ex-cargo de esta formación y disfrutaba de un sueldo equivalente al del propio alcalde, o como el que querían contratar los populares, con un sueldo similar al de un teniente de alcalde y que, como novedad, venía con un contrato “blindado” bajo el brazo (le tenías que indemnizar tanto si le echabas como a fin de contrato) y que tomó las de Villadiego al ser “familiar de” y descubrirse el pastel. Y aparte de esto, decir que este chiringuito ha gestionado más de 130 millones de euros en plusvalías por las ventas de los terrenos de la antigua factoría Agfa, que ha llegado a pagar impuestos por beneficios (8,5 millones de euros en impuesto de sociedades) a la vez que el Ayuntamiento recortaba servicios y nos subía los impuestos por las “deudas heredadas”. Ahora, cuando nuestros gobernantes tienen que arañar dinero de aquí y de allá para poder asfaltar cuatro calles antes de que sus cráteres nos traguen, cuando nos niegan cosas tan triviales como un quitamiedos en la entrada sur porque no hay 4.000 euros para poder colocarlo nos acordamos de esas obscenas cantidades dilapidadas en estudios y en cosas que tan poco han redundado en beneficio de los ciudadanos. Y de la gestión “rápida y eficaz” pueden dar fe los innumerables pleitos y sentencias en contra que acumula la Sociedad Local, tanto con particulares como con constructoras y empresas de diverso tipo. Es virtualmente imposible hacerlo peor, ni siquiera a propósito, a menos que se considere como rápido y eficaz asumir los pagos de otros y meter debajo de la alfombra todos los pufos.
Aranjuez ha perdido prácticamente una década importantísima para su desarrollo, y si bien no todo es achacable a la gestión de Savia, sí es al menos el paradigma de despilfarro y mala gestión, la madre de todos nuestros problemas. Ahora, tras haberse comido todos los beneficios de la época dorada de nuestra economía, cuya digestión nos ha arrojado 30 millones de euros en deudas y tras ver que era imposible enderezarla, nuestros gobernantes se caen del caballo como San Pablo y deciden al fin cerrarla. Tiene un mérito indudable, tardar casi 14 años en ver algo que el común de los mortales veía con claridad meridiana. Así nos luce el pelo.