img-default-blog.jpg
ALEGACIONES DE ACIPA AL PLAN DE CUENCA

ALEGACIONES AL PLAN DE CUENCA PRESENTADAS POR LA AGRUPACIÓN CIUDADANA INDEPENDIENTE PARA ARANJUEZ (acipa)

Habiéndose publicado en el B.O.E. número 68 de 20 de marzo de 2013 el anuncio de resolución de la Dirección General del Agua por el que se da inicio al periodo de información pública de los documentos “Propuesta de proyecto de Plan Hidrológico e Informe de sostenibilidad Ambiental” del proceso de planificación hidrológica correspondiente a la parte española de la cuenca hidrográfica del Tajo, el Grupo Municipal de la Agrupación Ciudadana Independiente para Aranjuez (acipa) y en su representación la Concejal Portavoz del mismo, Pilar Quintana Álvarez, con domicilio a efecto de notificaciones en el Despacho de acipa en el Ilmo Ayuntamiento de Aranjuez, presenta las siguientes alegaciones:

EXPONE:
El texto que se presenta a continuación recoge las contribuciones, sugerencias y alegaciones que el Grupo Político de la Agrupación Ciudadana Independiente para Aranjuez (acipa) pretende realizar ante el borrador del Plan de Cuenca presentado. No pretendemos enmendar la totalidad, sino circunscribirnos exclusivamente al tramo que más directamente nos afecta (el comprendido entre los embalses de cabecera Entrepeñas-Buendía-Bolarque y la desembocadura del Jarama en el Tajo, y más concretamente dentro del término municipal de Aranjuez)

El borrador del Plan de Cuenca para el río Tajo presenta, en lo esencial y en lo referente al tramo que directamente afecta al término municipal de Aranjuez, pocas novedades. La más importante, la que contempla el plan a nivel general, que es el incremento de la reserva estratégica de 240 hectómetros cúbicos en cabecera hasta los 400 hectómetros, es la que sentencia irremediablemente el aumento contemplado en borradores previos en los caudales ecológicos de Aranjuez.

Es decir, ante las reticencias en las cuencas receptoras ante posibles restricciones para trasvasar (hay que recordar que la reserva estratégica no es ni más ni menos que el límite que marca lo que son aguas excedentarias de lo que no lo son. O dicho de otra manera, el límite mínimo por debajo del cual no se pueden trasvasar) el nuevo borrador contempla que el actual caudal ecológico de Aranjuez no sufra incrementos. En resumen, el punto crítico que garantiza el trasvase Tajo-Segura es Aranjuez. En otras palabras, el Tajo a su paso por Aranjuez no verá en absoluto mejoradas sus condiciones medioambientales, salubres o socioeconómicas porque eso pondría virtualmente en peligro la viabilidad de explotación del acueducto Tajo-Segura. O lo que es lo mismo, sacrificar la necesaria mejora de río y ecosistemas adyacentes en pos del mantenimiento del trasvase.

Quedaría para otro debate posterior (que abordaremos más tarde) si todo lo que exceda de los 400 hectómetros cúbicos antes mencionados, que suponen apenas el 18% de la capacidad total, se puede considerar como “excedentario”. A continuación, vamos a detallar lo que a nuestro juicio son los principales problemas del Tajo a su paso por Aranjuez y que el borrador soslaya:

Aranjuez, un Paisaje singular basado en el agua
Quizá una de las críticas principales que pueden hacerse a este borrador, al anterior, a todos los que se han redactado y probable (y lamentablemente) a los que queden por redactar de no haber un cambio de actitud, es que no han ahondado nunca en la verdadera naturaleza de Aranjuez. Si bien toda la cuenca del Tajo alberga lugares de gran importancia ecológica y merecedores de mayor consideración por parte de todos aquellos que la han gestionado, Aranjuez alberga el hasta hace muy poco el único Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad que hay en España.

España, tercer destino turístico mundial y segundo con más localizaciones declaradas protegidas por la Unesco, solo contaba dentro de ellas (hasta 2011) con una única localización declarada Paisaje Cultural. Es bien conocida la capacidad del ser humano para modificar hábitats y adaptarlos a sus necesidades. Adaptación que en la mayoría de los casos es en menoscabo o degradación de sus valores medioambientales. En el caso de un Paisaje Cultural es modificación, esa obra humana no solo no supone degradación, sino que potencia determinados elementos, obteniéndose como resultado un paisaje dinámico, que no es más que la traducción en el medio natural de la relación coevolutiva mutua entre los pueblos y el entorno.

Muchos de estos paisajes culturales están ligados estrictamente a la agricultura, otros a la religión y los cultos ancestrales, y otros ligados a la acción continuada en el tiempo del genio creador del ser humano, otros son testimonio y muestra de poder, y otros aúnan todas estas condiciones, siendo Aranjuez uno de sus ejemplos más conspicuos. Aranjuez más allá de los iniciales pensamientos agrícolas, ganaderos, como expresión de poder, del mayor poder que se podía mostrar en el siglo XVI: la plasmación de los ideales clasicistas en la propia Naturaleza; Dominándola, ordenándola pero sin alterarla. Y este ejemplo de Paisaje único en el mundo nunca hubiera sido posible sin un elemento. El agua. Aranjuez es un Paisaje basado en el agua, es el sueño clásico de un monarca materializado en la naturaleza y cimentado sobre el agua.

La presencia del agua es clave en la configuración y el devenir del Aranjuez histórico. Una abundancia hídrica que suponía la diferencia fundamental con el entorno, y los posteriores esfuerzos por su control y gestión acabaron siendo determinantes en la concepción final del Real Sitio de Aranjuez. Se hace difícil imaginar cómo el río inmensamente degradado que actualmente es el Tajo, ese río muerto ya nada fluctuante entre estaciones, fuera antaño un río caudaloso cuyas frecuentes crecidas hicieron necesaria en el pasado la concurrencia de los mejores ingenieros hidráulicos de la época para domesticar sus aguas y aprovecharlas para plasmar unas ideas paisajísticas pioneras en Europa.

Con Felipe II aún como Príncipe, Aranjuez se transformaría en la segunda mitad del siglo XVI en un auténtico laboratorio de experiencias de ingeniería. Personajes tan destacados en este campo como Juan Bautista de Toledo, Francesco Paciotto, Francesco Sittoni, Juanelo Turriano, Juan Bautista Antonelli… son algunos de los muchos que intervinieron y colaboraron en la empresa de domesticar los ríos que discurrrían por la vega. Todo ello sin olvidar la decidida y determinante implicación del propio monarca.

La relación con la naturaleza fue sin duda uno de los hitos que más marcaron la personalidad de los dos primeros Habsburgo, con Felipe II a la cabeza. Si su padre Carlos I quiso adherir e impregnar de naturaleza sus palacios (o ligar sus residencias a una naturaleza ya existente) Felipe II conjugó ambas (naturaleza y arquitectura) en el medio en busca de una Idea trascendente. No se trataba ya de lograr una residencia con jardines o un cazadero real, sino de plasmar los conocimientos humanísticos y plásticos con el fin de lograr una compleja ordenación urbano-paisajística, la ordenación espacial puesta a disposición de los principios de la teoría clásica de la belleza enunciados por Vitrubio (la ordenación dependiente de la euritmia y la simetría). Esto es, la plasmación de las ideas clásicas recuperadas en el Renacimiento pero utilizando el medio natural como “sillar estructural”. Y como no, la plasmación del orden en la naturaleza como símbolo de poder. La firme voluntad real existía y, lo que es más importante, existían los medios y el sustrato apropiado.

El primero Príncipe y después Rey dedicó esfuerzos para reconvertir la trama existente en otra que aunara bosque, jardín y huertas con una compleja y estudiada red viaria de paseos. Todo ello regado no solo por las aguas del cauce del Tajo, sino también por una extraordinaria red de ingenios hidráulicos desarrollados por los mejores profesionales que existían en el mundo. Toda este vastísimo plan no era parcial, sino que respondía a una idea que concebía específicamente la totalidad del Real Sitio, por lo que la dimensión de todas esas obras de ingeniería excedía lo estrictamente local y hasta lo comarcal.

No obstante, conviene recordar que los soberanos españoles ya fijaron su vista en Aranjuez muchos años antes, atraídos por su abundancia de caza y su bosque, que como bien se sabe deben su existencia a la otrora abundancia de agua en estas tierras. Ya Alfonso VI de Castilla escogió estas orillas del Tajo para la caza y pesca, como Juan II y Enrique de Trastámara. Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, no sería una excepción y transmitió su afición a su hijo Felipe II.

A partir de la compra de los últimos terrenos que quedaban en lo que era el corazón del Real Sitio (el Soto del Rebollo) se comienza verdaderamente a organizar Aranjuez. Y, tal y como comentábamos antes, con el objetivo claro (por parte de Felipe II) de poner en marcha un proyecto global pero a la vez manteniendo el Bosque Real.
Uno de los obstáculos que podrían poner en peligro ese plan eran los dos ríos (el Tajo y su afluente el Jarama) que por aquel entonces estaban sin domesticar, produciéndose grandes avenidas estacionales (coincidiendo con los periodos húmedos primaverales) sobre todo en las zonas más cercanas a la confluencia de ambos ríos (lo que es actualmente el Soto de las Cabezadas). Avenidas que eran enormemente perjudiciales tanto para las obras a ejecutar como para las tierras agrícolas que se querían desarrollar. Como antes señalábamos, las obras a ejecutar perseguían un doble objetivo: “domesticar” los ríos a la vez que se pudiera garantizar un suministro de agua estable para actividades agrícolas.

Por tanto, el Tajo, aún entonces caudaloso e imprevisible, sería la pieza fundamental decisiva en el desarrollo de Aranjuez. Decisiva para regar campos de cultivo (una agricultura que dependería del control y de la utilización de las aguas) decisiva para accionar molinos y aceñas, para regar prados para solaz de los animales y finalmente decisiva para que se pudieran materializar las ideas clasicistas del Rey.

Antes de la plasmación de estas ideas, ya existían sobre el terreno infraestructuras hidráulicas. A finales del siglo XV (dentro aún del reinado de los Reyes Católicos) Gonzalo Chacón (a quien pertenecían las tierras del núcleo central de Aranjuez) realizó un canal para recoger las aguas sobrantes de la hondonada de la actual villa de Ontígola (ya que en este punto se recogían las aguas de manantiales y las que por escorrentía procedían de los cerros vecinos al llover) para con ellos lograr regar los prados altos de Aranjuez (Regajal) hacia el sur. Con Felipe II, se ensanchó y pudo ser más aprovechable su caudal.

Sin embargo, estas obras eran insuficientes para lograr aprovechar todas las potencialidades hidráulicas que el río Tajo ofrecía en Aranjuez, por lo que Carlos I en sus comienzos y su hijo Felipe II después abordaron en varias fases un conjunto de obras hidráulicas puesto que las existentes eran juzgadas como poco útiles para sus ambiciosos planes.

En una primera fase, era menester la realización de obras de ingeniería capaces de evitar las periódicas inundaciones y que a la vez fueran capaces de hacer acopio de agua para satisfacer las necesidades de las nuevas tierras productivas. Con estos objetivos, se inicia en 1535 la presa del Embocador cuya finalidad era mantener un volumen estable de agua a la vez que facilitaba la derivación de parte del caudal hacia uno o varios canales artificiales a fin de ampliar los riegos de la zona. También se construyeron nuevos diques y se mejoraron los existentes con el propósito de laminar las crecidas.

Paralelamente a estos intentos de control del río se realizaron trabajos de construcción de puentes y de infraestructuras de comunicación de manera que se mejoraron las comunicaciones exteriores del Sitio como las interiores con respecto a este, situándose estos puentes como es natural en aquellos puntos donde más fácil fuera el vado de los ríos. Los dos puentes ubicados en la vía principal de acceso al Sitio desde Madrid (uno salvando el cauce del Jarama para acceder a la calle de Entrepuentes y otro el del Tajo que franqueaba el paso a la calle Madrid que desembocaba en una explanada frente al Palacio Real) Este eje, sobre el que se comenzaría a trabajar en 1553, tendría vital importancia en la transformación y configuración final de la trama hasta entonces existente, como se verá posteriormente. En cuanto a la necesidad de domesticación de las aguas, conforme se esbozaba el planeamiento posterior para toda la zona se hacía más necesario el control de las avenidas periódicas del río, que no solo arruinaban los trabajos ya realizados sino que también originaban la existencia de aguas empantanadas de malos efectos para la salud de los trabajadores del Sitio. Para ello se hizo necesario la construcción de diques, presas y otras defensas como empalizadas en los márgenes para asegurarlos, así como drenar y eliminar las zonas pantanosas.

El proyecto de ordenación hidráulica de la época no tiene parangón en la historia de España y fue probablemente una de las actuaciones más ambiciosas de su época a nivel global. Significó una auténtica lucha de fuerzas, las naturales del río Tajo contra las del saber científico de la época. El resultado final fue satisfactorio y gracias a él Aranjuez pudo desarrollarse tal cual lo conocemos en la actualidad.

Juan Bautista de Toledo, arquitecto real y discípulo en su día de Miguel Ángel Buonarroti, no solo contempló la laminación de las crecidas y la necesidad de suministro de agua para huertas y jardines, sino que además los incluyó dentro de otro aún más ambicioso, el hacer del Tajo un río navegable desde el centro peninsular hasta su desembocadura en Lisboa. Desde este preciso instante, Aranjuez aparecía como eje de un proyecto vertebrador para todo el país. Tras su incorporación al trabajo en 1560, se enfrentó al problema de las sucesivas crecidas teniendo que encarar abiertamente el problema y resolverlo con rapidez. Se establecieron una serie de líneas maestras para desarrollar los mecanismos de contención del río ya en 1561 y los trabajos entroncaron con los de la navegabilidad hasta Lisboa, gracias también a la colaboración de Juan Bautista Antonelli, citado al principio de estas líneas.

Como se trataba de compatibilizar navegabilidad y protección de las riberas ante las crecidas, a la enorme empalizada de más de 200 metros de longitud construida en 1561 en las proximidades del Palacio Real se unió la construcción de un sistema de esclusas que salvaran el salto de agua de la entrada al Jardín de la Isla, donde se ubicaban unos molinos que databan de la época de Gonzalo Chacón, para regular el tránsito de embarcaciones río arriba y río abajo de este punto. Se considera a este ingenio uno de los primeros ejemplos de esclusas de este tipo que se hicieron en el mundo.

En lo referente a la configuración del Paisaje y tras la implementación de los primeros sistemas viarios, solo existían hasta entonces cuatro calles principales, la calle de la Reina en sentido este, la calle Entrepuentes ya referida antes en sentido oeste en la margen derecha del Tajo, la calle Toledo en la margen izquierda (que podría considerarse como prolongación hacia el oeste de la calle de la Reina) y el camino de Ontígola en sentido sur. Estos viales correspondían más bien a vías ya preexistentes y muy condicionados por los desplazamientos de los monarcas y por los lugares de fácil vado de los ríos, en lugar de responder a criterios globales de ordenación espacial. Las únicas actuaciones sobre ellos se habían limitado a ennoblecer lo ya existente.

Esta situación va a cambiar de forma radical a partir de 1560, cuando se comenzará a plasmar sobre el terreno el plan maestro que va a organizar de manera definitiva todo el espacio y que irá implementándose durante todo el reinado de Felipe II. La constitución final del Paisaje de Aranjuez supondrá un conjunto de estadios que darían comienzo en un modesto rincón o “pico del Tajo” y que se apoyarían en complejas leyes geométricas que a su vez bebían de no menos complejos significados simbólicos y que terminarían en la configuración final de la ciudad ilustrada 200 años después. Paisajismo, matemáticas, geometría, plasmación de ideales renacentistas en suma que acabarían enlazando sin solución de continuidad con los ilustrados del siglo XVIII para conformar la ciudad y su ordenamiento urbano y paisajístico que conocemos hoy. Todo, por supuesto, vertebrado gracias a la existencia de unos cuasi ilimitados recursos proporcionados por el río Tajo.
El origen de estos trazados geométricos que serían trasladados e imitados hasta la saciedad en posteriores desarrollos urbanos (como los trazados barrocos de París y Roma, entre otros) no sería otro que los pasos de agua, los puentes. Se partirá de los dos puentes que antes hemos referido, los que se levantaban sobre las aguas de Jarama y Tajo, que articulaban las calles de entrada al Sitio, la de Entrepuentes y la de Madrid, en la margen opuesta del río, para establecer un sistema de geometrías. Hay que tener en cuenta que el cauce actual del Jarama no se corresponde con el actual, sino que en el siglo XVI pasaba más cerca del Palacio Real (junto a la actual Puerta de Legamarejo) que actualmente.

Partiendo de la calle Entrepuentes, tomando como centro el puente que cruzaba el Jarama y como radio la distancia hasta el puente que cruzaba el Tajo (la longitud de la calle Entrepuentes) se trazó una circunferencia. Tomando como centro el otro puente, el del Tajo, se procedió a trazar otra circunferencia de igual radio, formándose puntos de intersección entre ambas circunferencias que, posteriormente, habrían de constituirse en nuevos centros que generarían más circunferencias, pudiendo extender esta planificación por el espacio hasta donde se deseara. Dicho de otra manera, este sistema de simetrías podría extenderse hasta el infinito creando un inmenso mallado.

El sistema se extendió solo interrumpido por los meandros fluviales y circunscrito al área delimitada por estos. Así, se definieron una serie de vectores dentro de estos círculos mediante ángulos de 30 grados y orientados en sentido norte-sur. Estas líneas y sus cortes acabaron definiendo una serie de triángulos rectángulos que conformarían lo que se conoce como las Huertas Grandes o de Picotajo, el núcleo central del Paisaje Cultural de Aranjuez. La autoría conceptual de este soberbio plan maestro no está del todo clara (podría corresponder a Juan Bautista de Toledo o a su sucesor Juan de Herrera) y aún hoy es fruto de estudio y teoría por parte de expertos, pero en cualquier caso es resultado de un único plan director, de una mente que ideó una de las más complejas ordenaciones territoriales conocidas hasta la fecha.

Plano del siglo XVI, atribuido a Juan de Herrera en el que se puede ver la planificación de las Huertas de Picotajo y el trazado de los ríos, génesis del Paisaje Cultural de Aranjuez.
Sin embargo, y sin ánimo de restar méritos a los arquitectos reales, debe advertirse también la mano del mismísimo Felipe II. El primero Príncipe y después Rey no solo participó coordinando la totalidad ideológica del plan maestro, sino también aportando trazas personales en muchos aspectos. En 1563 da órdenes precisas para que se planten de chopos las calles “a escuadra de los puentes”, por lo que deberíamos pensar que el trazado geométrico ya bullía en la mente Felipe II.

Trazado que no solo tiene su base en la geometría. Las sucesivas circunferencias van marcando sucesivos puntos de intersección entre ellas (seis) que unidos entre sí por líneas rectas forman un hexágono regular. Si se unen los seis puntos de la circunferencia de forma alterna se obtendría un exagrama, formado por dos triángulos equiláteros, con ángulos de 60 grados, invertidos. Esta figura tiene por añadidura gran importancia en la cabalística judía y se conoce como el Sello de Salomón. El número 6 y sus múltiplos (12, 120…) también se puede observar en la glorieta de las Doce Calles (tomada erróneamente en ocasiones como supuesto origen del trazado del Paisaje de Aranjuez) los ángulos de 120 grados, los triángulos… Nuevamente la euritmia (que define las proporciones entre las distintas medidas dentro de una misma cosa) y la simetría (que define las proporciones entre las distintas medidas de cosas diferentes). En palabras de Ana Luengo Añón, en su libro Aranjuez, utopía y realidad, “la euritmia en el Real Sitio define la composición de todos los triángulos de tal manera que se parte de uno de los cuerpos cósmicos perfectos, del icosaedro para ir descomponiéndose en diferentes unidades hasta llegar a la mónada o razón última que es, como expone Platón, un triángulo rectángulo, la razón única e indivisible que compone todo el Universo”

De esta forma, desde 1553 hasta 1592 quedan configuradas las Huertas de Picotajo. Para ese año ya no existe el puente sobre el Jarama que se utilizó como referencia para la ordenación surgiendo así la necesidad de crear otro acceso desde Madrid, siendo este nuevo acceso la calle del Rey, desde la Puerta Cirigata hasta desembocar en la plaza de la Isleta, donde se levantó un nuevo puente. El cauce del Jarama se retiró en sentido occidental liberando el soto de Legamarejo. Las actuaciones aquí no siguen la trama antes descrita sino que se trazó otra calle en dirección a la nueva junta de los ríos Tajo y Jarama, la calle Lemus, por lo que en cierto modo el trazado queda incompleto.

Posteriormente, las actuaciones se limitaron a la regeneración del arbolado situado a la vera de estos paseos y la construcción de muros y diques para evitar que las avenidas anegaran tierras de cultivo.

En resumen, hemos podido ver cómo un plan director materializado en el siglo XVI partiendo de premisas aparentemente sencillas y lógicas ha acabado condicionando el desarrollo posterior de la trama paisajista de Aranjuez. Un plan ejecutado por los mejores arquitectos de su época pero emanado sin duda de la mente del hombre más poderoso de la tierra. Símbolo de poder, sí, reflejo de un compendio de saberes asimilados durante años pero por encima de todo, reflejo de un sueño de ordenación natural. Tomando la Naturaleza como Bien Supremo, obra de Dios en suma, ordenándola pero sin destruirla, como símbolo del poder del entonces defensor de la Fe (“guerrero de Dios”) en la tierra.

Sin embargo, sin la generosa colaboración brindada por las aguas del río Tajo, nada de esto hubiera podido hacerse realidad. Por enésima vez hay que recordar que Aranjuez se debe al agua. Pero no solo al agua presente per se en la naturaleza, en este preciso punto de la Península Ibérica, sino también al agua “trabajada” por el ser humano. Aranjuez es lo que es hoy porque el hombre ha actuado sobre la naturaleza y para mantenerse requiere que el ser humano siga aportando, siga actuando, siga trabajando. El problema que tenemos actualmente es que el ser humano trabaja, sí, pero en la dirección contraria.

El ser humano, que de forma paralela a las obras desarrolladas para controlar el caudal del río tuvo que abordar otra empresa como mínimo tan compleja como la anterior, la realización de una vasta red de canales y acequias capaz de irrigar hasta el último rincón de huertas, jardines y paseos, ahora ejerce una presión insoportable capaz de poner en peligro algo que ha tardado siglos en levantarse. Esa empresa tan compleja y que tantos conocimientos de ingeniería reúne no sirve de nada sin la presencia del preciado líquido elemento.
Cuando se acometió el proyecto de los sistemas de riego, se satisfizo en un primer lugar la necesidad de contar con abundante suministro de agua tanto para cultivos, arbolado frutal así como para cultivos proveedores de materias primas. Para ello se levantaron, tal y como ya se ha indicado, presas y azudes destinados a controlar las avenidas del río y a derivar parte de las aguas por diversos canales para abastecer las tierras de labor de los alrededores. De esta época (1530) data la presa del Embocador, donde tienen su origen tres canales (por su orilla norte el Canal o Caz de la Azuda y el Chico, y por su orilla sur el Caz de las Aves, también llamado “de Sotomayor”)

Esta estructura proporcionaba agua a los terrenos de la margen izquierda del río, así como abastecer a las calles arboladas existentes del Real Sitio, desgajándose del caz principal una serie de pequeñas caceras. La otra parte de las huertas, en la orilla opuesta del río, se regaban con el agua del Canal de la Azuda, que recibía su nombre por las norias o azudas que, movidas directamente por la corriente fluvial, eran capaces de elevar las aguas hasta cotas más altas y poder regar así sus cultivos. El canal acababa dividiéndose en tres acequias menores, la de la Cola Alta, Cola Baja y el desaguador de las Tejeras. Por último, el resto de la superficie productiva se regaba gracias al Caz Chico (discurriendo entre la acequia de la Cola Alta y el Canal de la Azuda, regando la zona noreste del Real Sitio mientras que la parte sureste se regaba con el Caz de Requena)

En años posteriores se acometerían otros dos grandes proyectos, como el Caz del Jarama y la Acequia de Colmenar. Este último sería de gran importancia para Aranjuez puesto que se originaba aguas arriba de Aranjuez, en la presa de Valdajos, y posteriormente se dividía en los ya mencionados canal de la Cola Alta y Cola Baja, conectando con este último con el canal de la Azuda. Los mencionados al principio Francisco Sittoni y Juanelo Turriano acometerían las obras del Canal del Jarama.

Otra importantísima construcción de la época fue el Mar de Ontígola. Al principio comentábamos que se empleaban las aguas recogidas en una hondonada de Ontígola, procedentes de manantiales y de las escorrentías pluviales, pero finalmente en 1552 se acometen las obras para levantar lo que sería la primera presa de contrafuertes del Renacimiento, con la finalidad de abastecer con agua a las huertas y jardines de la margen sur del Tajo y por otra proporcionar más presión a las fuentes de los jardines que la que podía suministrar el Caz de las Aves. Esta obra monumental es obra de Jerónimo Gili y Juan de Herrera.

El embalse, además de las funciones ya descritas, ofrecía posibilidades lúdicas y ornamentales, construyéndose islas con cenadores, celebrándose naumaquias y sirviendo también como cazadero real.
Una vez solucionados los problemas hidráulicos del Real Sitio, se acometieron las obras para satisfacer las necesidades de las numerosas fuentes ornamentales situadas en los Jardines. Para evitar los problemas derivados de la falta de presión se dispusieron cañerías de plomo desde el Mar de Ontígola hasta los jardines del Rey y la Reina, para después ingresar en el Jardín de la Isla. Para minimizar las pérdidas de presión se construyeron dos grandes respiraderos de ladrillo para evitar la retención de aire dentro de las cañerías. Uno de esos respiraderos aún se conserva en el Jardín de la Isla.

Como puede verse, los sistemas hidráulicos construidos en Aranjuez, además de conseguir evitar que las periódicas avenidas de dos grandes ríos sin regular como eran el Jarama y el Tajo anegasen la vega, también posibilitaron el desarrollo y el florecimiento agrícola del Real Sitio, con canales, acequias, azudas, embalses y cañerías tan bien paridos que han perdurado hasta nuestros días. Estos sistemas permitieron la irrigación de cientos, de miles de hectáreas sin más impulso o fuerza que la proporcionada por la gravedad, independientemente de la época del año y además contribuyeron a crear un microclima especial, muy diferente al extremado de los páramos circundantes. La humedad que proporcionaron (y aún proporcionan pese a la destrucción a conciencia a la que se somete al río Tajo) los sistemas tradicionales de riego permite el esponjamiento del sustrato, su oxigenación y la existencia de árboles singulares, auténticos monumentos vivos cuya existencia se debe única y exclusivamente al ingenio constructor del ser humano, capaz de poner su saber a disposición de la naturaleza para incluso potenciarla.

Por desgracia, ni los más formidables conocimientos técnicos de la época pueden soslayar el lamentable espectáculo que nos brinda un río absolutamente muerto, contaminado y en ocasiones prácticamente sin caudal. Unos sistemas pensados para poder regar independientemente de la estación o de la época del año son hoy impotentes para remediar que en ocasiones el bajo nivel de las aguas impide el riego a la manera tradicional.

Es triste y lamentable que no se reconozca la singularidad de Aranjuez en un texto cuyas prescripciones van a tener (por desgracia) una importancia tan grande en su futuro. ¿Qué pensaría el “Rey Prudente” si pudiera ver cómo su “sueño” se agosta y se degrada progresivamente mientras se deriva por un canal prácticamente el triple de lo que discurre por Aranjuez? ¿Qué pensarían todos aquellos que pusieron su ingenio a disposición de una empresa tan fantástica como la que suponía en aquellos años ordenar la naturaleza bajo criterios artísticos y metafísicos?

¿Alguien podría imaginar una infraestructura, del tipo que sea, poniendo en peligro el maravilloso Monasterio de San Lorenzo de El Escorial? Aranjuez, al igual que el monasterio serrano, es producto del sueño de un monarca. Uno realizado en piedra granítica, aquel realizado con materia viva. No es posible legislar, no es posible establecer leyes de protección si no conoces el bien a proteger. El borrador del Plan de Cuenca del Tajo no conoce -ni profunda ni superficialmente- la categoría de los bienes que debe proteger y por los que debe velar. Pero claro, cuando la premisa básica de un plan que pretende ordenar una cuenca hidrográfica es simple y llanamente la de reservar agua para derivarla a otra, entonces difícilmente podrá comprender nada.
El Trasvase Tajo-Segura no es sostenible.

Sería conveniente continuar desmontando las ideas en las que se basan las políticas trasvasistas, las de transferencia de agua entre cuencas. Lo primero que cabe afirmar es que a los ríos no les sobra agua en el sentido estricto del término, puesto que son entes dinámicos, vivos, equilibrados con los ecosistemas presentes en su ámbito y que coevolucionan con ellos. Variaciones dramáticas en los caudales de los mismos (como lleva sufriendo el río Tajo con las sucesivas bajadas –por ley- de sus caudales mínimos) conllevan graves alteraciones. Alteraciones no solo en su medio natural sino también en aquellos sectores relacionados con la presencia del curso de agua (alteraciones socioeconómicas, culturales, etc…)
El acueducto Tajo-Segura, concebido por el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo en 1933 y ejecutado muy posteriormente a partir de 1966 (por el paréntesis que supuso la guerra civil), cuando propuso al entonces gobierno español (idea contemplada en el Plan de Mejora y Ampliación de los riegos de Levante) es una idea propia de los años en los que solamente se contemplaba el interés mercantilista de la interconexión de cuencas, sin tener en cuenta modelos climáticos o alteraciones ambientales producto de los déficits puntuales que podrían producirse por un exceso en la detracción de agua. Una idea, repetimos, fruto de su tiempo, que hoy en día parte de presupuestos ya superados y obsoletos. Hay que recordar que inicialmente contemplaba el trasvase anual de más de 2300 hectómetros cúbicos desde la cuenca del Tajo a la de Segura y que hoy en día supondría el 100% de los volúmenes totales que potencialmente son capaces de albergar los dos grandes pantanos de cabecera, Entrepeñas y Buendía. La infraestructura actual, puesta en marcha en 1979 es capaz de trasvasar más de 600 hectómetros cúbicos anuales, aunque el volumen medio trasvasado al año (tomando como referencia todos los años en los que ha funcionado) se ha quedado en 350 hectómetros cúbicos anuales, casi la mitad de los previstos inicialmente, y muy lejos de los contemplados en los primeros bocetos del acueducto)

Todo esto, obviando que desde que se puso la primera piedra en 1966 hasta la actualidad, en la zona de Levante directamente abastecida por el acueducto Tajo-Segura viven dos millones de personas más, aparte del desarrollo industrial y turístico. Un aumento significativo de potenciales usuarios, sumados a la merma de volumen almacenado en los embalses de cabecera, que alcanzaron niveles mínimos durante la metasequía de 1994-1995.

Y se torna aún más insostenible cuando a los potenciales usuarios se le suma la necesidad de abastecer al parque nacional de Las Tablas de Daimiel, aprovechando los cauces –habitualmente secos- del río Cigüela. En suma, cuantos más años pasen, más y más potenciales usuarios habrá del acueducto Tajo-Segura, y tanto más complicado será ponerle fecha de caducidad. Por tanto, el nuevo Plan de Cuenca debe poner fin sin más dilación al Trasvase Tajo-Segura, para lo cual se deben establecer las condiciones para la autogestión hídrica de las cuencas receptoras. Debemos rechazar de plano un Plan de Cuenca diseñado ex profeso para mantener una estructura que hipoteca para siempre a la cuenca cedente en lugar de tener en cuenta las necesidades de la propia cuenca.

Concepto de “reserva estratégica”:

Los borradores del Plan de Cuenca que han ido apareciendo contemplan la posibilidad de establecer una reserva estratégica en los embalses de cabecera del Tajo, los de Entrepeñas y Buendía. En suma, un límite mínimo bajo el cual no se podría trasvasar. Como se afirmaba al inicio, este límite actualmente está en 240 hectómetros cúbicos, apenas un 10% de la capacidad total de los embalses. Curiosamente, toda cantidad que excede este límite se consideran aguas excedentarias, pudiendo darse la paradoja de considerar excedentes trasvasables volúmenes de agua superiores a ese nivel cuando en cualquier otro embalse español un 12 o un 15% de capacidad equivaldría a situación de emergencia.

Los borradores hablan de una subida hasta 400 hectómetros cúbicos. Valor que consideramos insuficiente para el mantenimiento de caudales ecológicos óptimos y para el desarrollo de una dinámica fluvial más acorde con la de un río no sometido al control del río Tajo. Para un nivel medio de 12 metros cúbicos por segundo harían falta unos aportes anuales de más de 378 hectómetros cúbicos desde los embalses de cabecera. Pero además debemos tener en cuenta que ahora, por primera vez en la historia, quince municipios del sur de Madrid beben o beberán agua procedente del río Tajo. Las poblaciones de Aranjuez, Parla, Pinto, Getafe, Valdemoro, San Martín de la Vega, Villaconejos, Morata de Tajuña, Perales de Tajuña, Chinchón, Valdelaguna, Colmenar de Oreja, Belmonte de Tajo, Titulcia y Ciempozuelos, que suman en total más de medio millón de habitantes, serán surtidos por la planta potabilizadora de Colmenar de Oreja con 16,5 hectómetros cúbicos anuales, existiendo la posibilidad de llegar a los 50 hectómetros cúbicos.

El exiguo caudal tiene que satisfacer mayores demandas hídricas cada año. Es decir, 400 hectómetros cúbicos como reserva son insuficientes para satisfacer las demandas hídricas del sureste español, las necesidades hídricas y de ocio de los municipios ribereños de los grandes pantanos de cabecera, satisfacer las del sur metropolitano de Madrid y en último término mantener el compromiso de mejorar la calidad de las aguas a su paso por Aranjuez, manteniendo su caudal ecológico. Demasiados usuarios potenciales para tan poca oferta. Si un aumento de esa reserva se hace sacrificando la mejora del Tajo a su paso por Aranjuez creemos que es mala solución, porque en el fondo no mejora nada, sino que agudiza una situación ya de por sí negativa.

Por tanto, creemos que la reserva planteada no va a repercutir en lo más mínimo en la mejora de la calidad de las aguas que pasan por Aranjuez porque no se va a ver reflejada en más caudal circulante.

Regeneración de los embalses de cabecera:
En los climas mediterráneos, la sequía supone un fenómeno natural recurrente. Nuestros territorios sufren la alternancia entre periodos húmedos y secos. En los últimos años (finales del siglo XX, principios del XXI) se han producido dos periodos excepcionalmente secos, los comprendidos entre 1992-1995 y 2005-2008. Periodos secos separados por periodos de precipitación normal con algunos episodios puntuales de años hidrológicos excepcionalmente húmedos.

Sin embargo, los grandes pantanos de cabecera no han logrado recuperar un nivel de almacenamiento óptimo, superando muy raramente el 40% de su capacidad. El embalse de Buendía, el mayor de los dos de cabecera, alberga en estos momentos 560 hectómetros cúbicos, que supone el 34,15% de su capacidad (1639 hectómetros cúbicos) mientras que el de Entrepeñas alcanza los 403 (el 48,26% de 835 hectómetros de capacidad total) tras una primavera excepcionalmente lluviosa. Regeneración “a medias” que no podrá completarse ya que hace unos meses, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente autorizaba un nuevo trasvase hacia la cuenca del Segura, contemplando un máximo de 228 hectómetros cúbicos trasvasables, correspondientes al segundo semestre del año hidrológico, de los cuales 146 serán para regadío y 82 para abastecimiento humano.

Los volúmenes trasvasables, en tanto en cuanto exista el trasvase hasta su derogación, deben moderarse progresivamente para permitir que los embalses se recuperen de los graves episodios secos y adaptarse mirando exclusivamente el adecuado mantenimiento de la cuenca del Tajo, subrogando a esta consideración todas las demás, exceptuando situaciones de emergencia para consumo humano que se den en la cuenca receptora.

Consideramos que las cuencas receptoras deben basar su desarrollo en la disponibilidad de recursos. Es obvio que en circunstancias extremas y excepcionales se debe ser solidario, pero no transformar esto en norma cuando dichas circunstancias “excepcionales” no concurran. Las cuencas receptoras, ribereñas del Mediterráneo en su gran mayoría, disponen de medios hídricos procedentes de dicho mar. Según el profesor Edmundo Fayanás Escuer, en zonas tradicionalmente secas y muy dependientes de aportes externos de agua, como Arabia Saudí e Israel, se obtiene agua procedente de la desalación a precios competitivos.

Suficientemente competitivos como para que en las cuencas receptoras se apueste decididamente por este método. La gran mayoría de la comunidad científica sondeada en 2001 (de 132 especialistas en hidrología, geología, ingeniería, ámbito judicial y sociología, 82 contestaron y todos salvo uno coincidieron en rechazar el PHN entonces en redacción) coincidió en rechazar las políticas trasvasistas. Este rechazo consiguió en parte paralizar otras transferencias entre cuencas en proyecto (trasvases desde el bajo Ebro, Ródano, etc) ¿Por qué razón el empeño en mantener el trasvase Tajo-Segura que, además, a diferencia de los anteriores, se produce en cabecera? ¿Por qué, de existir alguna razón científica o económica, no se aporta?

Establecimiento de caudales ecológicos:

El río Tajo es el eje fundamental del Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad de Aranjuez, pero esta importancia que tiene y ha tenido a lo largo de los siglos no le ha impedido convertirse en uno de los ejes fluviales más alterados y agredidos de toda Europa. Son ya casi diez los años transcurridos desde que nuestra agrupación presentara ante el Pleno de la corporación de Aranjuez las primeras propuestas encaminadas a preservar y proteger uno de los bienes naturales más preciados que poseemos. En aquel lejano septiembre de 2003 pedimos que se incrementara a 12 metros cúbicos por segundo el arbitrario caudal ecológico impuesto en 1996 de 6 metros cúbicos, que a todas luces resultaba insuficiente para mantener la calidad de las aguas y el caudal sostenible para la flora y fauna de nuestro río, tal y como recoge la Directiva Marco del Agua. Caudal ecológico que de una manera brutal quiso ser recortado hasta los 3 metros cúbicos por segundo de forma excepcional en 1995 mediante el Real Decreto-Ley 6/1995 del 14 de julio, en sus páginas 22626-22628; Disposición que fue finalmente derogada gracias a la movilización de los ciudadanos de esta cuenca.

La disminución del caudal no miraba en absoluto por Aranjuez sino que se instauró con el único fin de aumentar las reservas en cabecera para enviarlas a Levante. Disposición que no cambia aunque lo haga la climatología e independientemente del transcurso de los años hidrológicos. Es una solidaridad muy mal entendida que solo ha servido como pretexto para el desarrollo de irracionales modelos económicos en estas zonas que ahora se han revelado profundamente erróneos.

Conviene recordar que inicialmente los seis metros cúbicos por segundo se establecieron inicialmente “solo en caso de sequía”, como recurso disponible de emergencia. Sin embargo, lo que en su momento se consideraba transitorio y de emergencia se ha consolidado como norma, usándose como parámetro legal a medir en Aranjuez, independientemente de las características del año hidrológico y muy lejos del caudal de doce metros cúbicos solicitado. Un avance del borrador del Plan de Cuenca de 2010 que no llegó a concretarse duplicaba el caudal ecológico, pero a expensas del desvío de los efluentes de las depuradoras del área metropolitana de Madrid aguas arriba de Aranjuez. Este anunció quedó como un mero globo-sonda, porque no se volvió a mencionar ni recoger en escritos posteriores. Por todo ello, consideramos que el nuevo plan debe contemplar el aumento del caudal mínimo de 6 metros cúbicos a 12,7 metros cúbicos por segundo, resultantes de la media entre los caudales propuestos de 15,48 metros cúbicos en abril y los 10,84 metros cúbicos de caudal mínimo en octubre.

El secretario de Estado Josep Puxeu avanzó en 2010 en la Universidad Menéndez Pelayo que la intención del Ministerio de Medio Ambiente al duplicar los caudales ecológicos y establecer una fluctuación de caudal estacional era la de ir “más allá de la Directiva Marco del agua en caudales ecológicos” y la de satisfacer la “vertiente económica, social y ambiental” Fuente: http://hispagua.cedex.es/documentacion/noticia/54825

Hemos constatado la pobreza de contenido y de consideraciones medioambientales que merece el río Tajo a su paso por Aranjuez en el borrador. Choca aún más esta paupérrima consideración con la circunstancia de que Aranjuez es probablemente uno de los hitos monumentales, paisajísticos y ecológicos más importantes de toda la cuenca hidrográfica de Aranjuez. Nuestra ciudad fue declarada en 2001 Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad, el único que existía en toda España, por la especial conjunción y evolución conjunta entre naturaleza, arte (arquitectura, urbanismo, ingeniería hidráulica…) y paisajismo, donde la mano del hombre contribuyó a mejorar un entorno natural ya de por sí idílico. Los Jardines, Sotos y Paseos Arbolados albergan una treintena de ejemplares arbóreos considerados como “singulares”, auténticos monumentos vivos muy sensibles a la alteración de su hábitat. El progresivo descenso del nivel freático ha aumentado el estrés a las que están sometidas estas áreas, provocando una progresiva deforestación (sobre todo en sotos y en los paseos arbolados históricos) Esto será desarrollado posteriormente.

Dejando de lado los entornos más netamente urbanos, las zonas atravesadas tanto por el Tajo como por su afluente el Jarama cuentan con importantes figuras de protección asociadas, como aquellas bajo la protección europea de la Red Natura 2000, la Zona de Especial Protección de Aves que engloba terrenos inmediatamente aledaños al río dentro de la denominación “ZEPA Carrizales y Sotos de Aranjuez”, entre otras. Esta riqueza botánica, faunística, paisajística y monumental parece no ser suficiente para que desde los organismos que han elaborado el borrador del Plan de Cuenca se haya considerado que la situación actual de degradación de aguas y medio natural merece una mejora. Todo lo contrario. Como venimos diciendo, Aranjuez es el elemento sacrificable para poder introducir supuestas mejoras en otros puntos de la cuenca y a la vez salvaguardar la existencia del trasvase Tajo-Segura, auténtico núcleo generatriz de las premisas que contempla este Plan.

Como antes comentábamos, el caudal ecológico propuesto (esto es, mantener el actual que es insuficiente) no va en la línea de anteriores borradores (aunque viendo lo que tardaron en ser modificados, creemos que sería mejor definirlos como “globos-sonda” para comprobar la disposición de los actores que intervienen en la redacción de este plan) Si en 2010 se pretendía el aumento hasta los 12,86 metros cúbicos atendiendo a criterios ecológicos, pues debía hacer cumplir la normativa europea de 2000 en la que España se comprometía a mantener en buen estado ecológicos los ríos y sus cuencas asociadas, estudiando fluctuaciones estacionales entre los 15,48 metros cúbicos en abril hasta los 10,84 de octubre, y posteriormente se pretendía aumentar dicho caudal en un 40% hasta los 10,5 metros cúbicos…. No se entiende entonces por qué los criterios que obligaban a ese aumento han dejado de tener vigencia en solo tres años, cuando la situación es si cabe peor. La explicación hay que encontrarla en la movilización de los regantes de la cuenca del río Segura, que consideraban que ese aumento hipotecaba para siempre el trasvase. La solución actual, nada salomónica, supone dar marcha atrás, asumir los postulados de la cuenca cedente y buscar algún argumento que justifique tal paso, obviamente sin reconocer que la marcha atrás se debe a criterios que poco o nada tienen que ver con la ecología o la mejora de calidad de las aguas.

Pérdida de masa forestal:

Como indicábamos antes, el hecho de establecer como permanente un caudal ecológico vagamente basado en datos técnicos y que como hemos comentado también, entra en contradicción con otras propuestas de mayor caudal procedentes de los propios redactores en años anteriores, provoca un progresivo deterioro de las masas arboladas asociadas al río, como son los bosques de ribera y los sotos en general, con el agravante de que en Aranjuez dichos sotos cuentan con la catalogación de Históricos y como bien a proteger al ser Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad, como antes también referenciábamos.
-cita-

Los Sotos y Paseos Históricos Arbolados ostentan esta denominación debido a que aún conservan la ordenación primigenia del siglo XVI, ligados también a la actividad agrícola y a sistemas tradicionales de riego. Los canales y acequias diseñados que funcionaban -y aún funcionan- por gravedad no solamente proporcionaban riego a estas huertas sino a los propios paseos y por añadidura ayudaban a mantener un elevado nivel freático que ha posibilitado a lo largo de los ríos la pervivencia de especies y un mayor desarrollo de las mismas en zonas donde naturalmente no podían establecerse.

Con la limitación artificial de los caudales circulantes, las masas arboladas asociadas al río bien por proximidad geográfica o irrigadas por el sistema de canales antes mencionado se han visto progresivamente mermadas. Se ha producido una pérdida dramática de las especies más dependientes de la humedad edáfica, como las plantaciones de robles carvallos bicentenarios (Quercus robur) de los que ya apenas quedan ejemplares aislados en jardines, paseos y en la zona de La Flamenca y de tilos (Tilia platyphylos) también muy en regresión. Estas alteraciones se han visto amortiguadas en los Jardines Históricos, que todavía cuentan con sistemas tradicionales de riego y otros adicionales independientemente del caudal circulante del río y en el arbolado urbano. Pese a todo, también se han producido situaciones de estrés hídrico y enfermedades asociadas, consecuencia de una sucesión de veranos secos, traduciéndose esto en la pérdida de valiosos ejemplares de magnolios y plátanos. Recientemente, en febrero de 2012, tras un seco y caluroso verano, ochenta ejemplares de tilos ya afectados por un estrés hídrico sostenido durante años, tuvieron que ser talados de la alineación histórica de la Calle de la Romana, teniendo que ser sustituidos por ejemplares más resistentes a las condiciones de sequedad imperantes. Todo esto, no a varios centenares de metros del río, sino prácticamente a orillas del mismo.

Idéntica situación podemos encontrar en otras zonas, como el soto de Sotopavera y Sotomayor, donde alineaciones de impresionantes robles como los ubicados en el Paseo de las Aves han adornado la calle durante siglo y medio han desaparecido prácticamente en su totalidad, quedando ejemplares aislados y en avanzado estado de decrepitud. Se puede observar la regresión de la masa arbolada y la desaparición de ejemplares monumentales en estas fotografías que se adjuntan.

Robles rebollos en el paseo de las Aves (Guirao Giralda, 1905)

Aspecto actual.

Al final, la progresiva degradación tanto de las especies que naturalmente se disponen en las inmediaciones del cauce, las más higrófilas, como de las que fueron plantadas y han dependido fuertemente de las aportaciones de canales y sistemas tradicionales de riego, se puede observar atendiendo a varios aspectos. Uno de ellos, es la limitación de la regeneración natural de las especies vegetales al dificultarse la producción de semillas y su propagación sexual (como sucede en las alamedas) y otro es la progresiva sustitución de asociaciones vegetales más dependientes de la humedad (álamo blanco) que sufren intensamente los efectos del estrés hídrico, son más propensos a sufrir plagas y enfermedades por otras más adaptadas a las nuevas condiciones imperantes, como el tarayal (que además también se beneficia de la progresiva salinización del medio por la bajada de caudales circulantes)

Tampoco ha contribuido a mejorar la situación la serie de “trasvases encubiertos” que supuso la venta de derechos de agua durante tres años consecutivos por parte de los regantes del Canal de las Aves a los regantes murcianos de la Mancomunidad del Taibilla (patrocinada y auspiciada por la propia Confederación). Trasvase camuflado bajo la fórmula de “cesión parcial y temporal del uso de agua”. El agua vendida, más de 35 hectómetros cúbicos, es agua que se detrae de Aranjuez, de sus campos, de sus árboles centenarios y de su nivel freático, fomentando por añadidura que se abandonen cultivos o les sea retirada la concesión y las zonas verdes asociadas a la práctica agrícola (ya que se benefician de las aguas de riego).

Lamentablemente, en el Memorandum de entendimiento firmado por el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente con las Comunidades de Valencia y Murcia (oficialmente sin validez jurídica pero oficiosamente esgrimido por parte de las cuencas cedentes para introducir enmiendas al Plan de Cuenca sin pasar por este) insiste en estos trasvases encubiertos. Así, se facilitaría la compraventa de agua entre regantes del Tajo y del Segura, sin limitarlos a los periodos de sequía como hasta ahora. Esto supone generalizar una práctica que implica los mismos males que un aumento de los trasvases, pero además a espaldas del documento del Plan de Cuenca, por lo que resulta a todas luces inadmisible y debe ser retirado. O al menos, incluido en el borrador para que pueda ser consultado por todos los afectados de la cuenca cedente. Todo ello sin olvidar que dicho memorando también recoge la posibilidad de derogar la disposición adicional primera de la Ley 11/2005 que establecía un descenso gradual de las aportaciones del Trasvase Tajo-Segura conforme fueran entrando en funcionamiento las plantas desaladoras. Esto supone en la práctica el blindaje permanente del acueducto.

Por tanto, insistir en un caudal ecológico que no supere el que ya ha causado todas estas circunstancias indeseadas difícilmente va a suponer una mejora en la calidad de las aguas como exige la Directiva Marco del Agua y aún más difícilmente va a ayudar a conservar el patrimonio natural y monumental (los árboles singulares tienen el rango de “monumentos vivos”) de nuestra ciudad. Un nivel de caudal fluctuante como el que se proponía en 2010, con picos de 15 y 10 metros cúbicos estacionales, ayudaría a limpiar progresiva –aunque limitadamente- el cauce de los acarreos que el río ha ido sedimentando por pérdida de velocidad circulante, y ayudaría a recuperar el nivel freático que ha descendido dramáticamente en los últimos años. Un caudal de seis metros cúbicos jamás lo hará, hipotecará nuestro patrimonio y en un futuro será el responsable de su completa destrucción.

Cantidad y Calidad de las aguas. Mejora en la depuración.

Uno de los daños colaterales provocados por el descenso de caudal del río Tajo, es el aumento de contaminantes presentes en sus aguas, y no solamente porque aumenten en dilución, sino porque actualmente sirve de arteria colectora del área metropolitana de Madrid y sus 6´5 millones de habitantes. Ya a principios de la década de los 90 se consideraba la calidad de las aguas de la cuenca hidrográfica del Tajo (de sus 9600 kilómetros de cauces) como “muy mala”, y “pésima” en algunos tramos.

La propuesta de 2010 que contemplaba aumentar el caudal ecológico hasta los 10,5 metros cúbicos lo hacía a expensas de trasvasar las aguas del Jarama bajo hasta el Tajo, aguas arriba de Aranjuez. Para contrarrestar la pésima calidad de estas aguas -conviene recordar que los rangos de depuración son bajos- se consideró necesario mejorar y adecuar las grandes depuradoras existentes en la zona sur de Madrid, ubicadas en el tramo bajo del Manzanares antes de su desembocadura con el Jarama. Adecuación necesaria en todo caso puesto que organizaciones como Greenpeace denunciaron en 2005 que la depuradora de La China vertía al Manzanares lodos y aguas sin tratar. En 2006, el Canal de Isabel II anunció su desmantelación y la construcción de una nueva planta más capacitada, pero después el CYII sacó a concurso la gestión de las plantas actuales para los siguientes cuatro años, pese a que nada ha cambiado y las razones que esgrimieron en su día para la desmantelación siguen vigentes (antigüedad, ya que fue la primera que se
construyó en Madrid, el elevado coste de adaptación a la nueva normativa, el hecho de encontrarse embutida en un entorno urbanizado…)

Por otra parte, tanto aguas arriba de Aranjuez como dentro del mismo término municipal, se producen periódicamente vertidos de aguas negras. En los últimos años, como casos más notorios podemos hablar de los vertidos procedentes de la deficiente segregación de aguas pluviales y negras en la zona de Agfa (con vertidos en la zona del “Cortado”) y las averías de la estación de bombeo ubicada en la zona del Raso de la Estrella, provocando el vertido de aguas fecales en la Ría de Palacio, contaminando un entorno de gran importancia histórica y natural (denunciados ante el SEPRONA en numerosas ocasiones) También revisten especial importancia los vertidos procedentes de la EDAR de Ocaña y que acaban en las aguas de la Reserva Natural El Regajal-Mar de Ontígola.

La Directiva Marco del Agua, a la que hemos aludido en numerosas ocasiones, transpuesta desde el marco legislativo europeo al español en 2000, introducida mediante el artículo 129 de la Ley 62/2003, modificando el texto del TRLA (Texto Refundido de la Ley de Aguas) debería ser garante de la salubridad de aguas (buen estado de las masas de agua superficiales, subterráneas y costeras todo lo más tardar 15 años después de su transposición al ordenamiento español) ecosistemas asociados al río amén de garantizar un buen estado del río de cara al desarrollo de actividades socioeconómicas asociadas a él. Sin embargo, ante el retraso de las medidas recogidas en esta directiva, el Reino de España fue condenado en 2012 por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por el incumplimiento de los artículos 13, 14 y 14 de la DMA por el retraso en la adopción de los planes hidrológicos de cuenca. Su exhaustiva aplicación debería resolver el nefasto estado que presentan las aguas superficiales en toda la cuenca.

En el caso de Aranjuez, los vertidos industriales deficientemente depurados y los de aguas negras antes descritos (en situaciones de intensas precipitaciones) ocasionan que (en virtud de los indicadores contemplados en la DMA para calificar el estado de las aguas) la calidad de las aguas sea descrita como “deficiente”. Sin embargo, la situación de emergencia ante tal calidad (por baja) de las aguas no parece interesar demasiado en este Plan de Cuenca, ya que estiman prorrogar la entrada en vigor de los requisitos recogidos en la DMA hasta el año 2027. Esto se traduce en una perpetuación de aportes deficientemente depurados procedentes del área metropolitana de Madrid, a través de los sistemas Manzanares-Jarama.

Además hay que añadir que desde la década de los 70 se constata la fuerte contaminación existente en los sistemas fluviales del Manzanares y el Jarama. Entre otros contaminantes, destaca por su peligrosidad la existencia de metales pesados, que se acumulan en la biomasa y consecuentemente en los organismos situados al final de las cadenas tróficas. Su peligrosidad está científicamente demostrada. Su procedencia la podemos situar en los polígonos industriales del área metropolitana madrileña, como antes referíamos, por vertidos sin depurar o por vertidos deficientemente depurados. Estos metales pesados también se acumulan en los lodos fluviales, por lo que en caso de ser dragados requerirían un tratamiento adicional.

Tal es la situación que la Fundación Europea de Investigaciones Oceanográficas y Medio Ambiente (EOE) elaboró un estudio en el que se concluyó que las aguas del tramo bajo del río Jarama no se pueden utilizar para riego de plantas de consumo directo, siendo objeto de ese estudio el curso del Jarama desde el embalse de El Vado hasta el Puente Largo de Aranjuez. Los niveles de degradación crecen conforme se avanza hasta este último punto, concentrándose los contaminantes y disminuyendo la disponibilidad de oxígeno por aportes de materia orgánica. A esta degradación hay que sumar la de la vegetación por la proliferación de extracciones de áridos en sus riberas. Hay que destacar que este estudio fue realizado antes de 1987, cuando las condiciones de la cuenca no eran las actuales y en primavera, cuando los caudales son mayores. Es fácil extrapolar los datos para saber que con las condiciones actuales de sobreexplotación, mayor población y mayor incremento de la actividad industrial, la situación dista mucho de haber mejorado.
http://elpais.com/diario/1987/07/13/madrid/553173854_850215.html

El propio Plan Hidrológico del Tajo contempla que las aguas de los tramos bajos del Jarama no son apta ni para riegos ni para uso alguno por salubridad, pese a que además de para riego se emplean para usos lúdicos. La propia Confederación Hidrográfica del Tajo prevé que en un futuro próximo no será posible revertir esta situación, haciendo prácticamente imposible (según podemos inferir de sus propias palabras) que se cumplan incluso los mínimos requsitos que establece la DMA para 2015. La “congelación” del caudal ecológico en Aranjuez propuesta en el borrador no hará sino perpetuar (si no empeorar) la ya de por sí inadmisible situación.

Además de los metales pesados presentes en aguas y lodos también hay que tener presente el incidente producido el 7 de noviembre de 1970 cuando líquidos cargados de residuos radiactivos (entre 40 y 80 litros) se vertieron al río Manzanares por fallos en los depósitos de la entonces Junta de Energía Nuclear (hoy Ciemat) Estos líquidos contenían estroncio-90 (isótopos que se fijan en tejido óseo), cesio-137 (que se fija en tejido muscular) y partículas de plutonio.

Estos vertidos llegaron sin ningún tipo de control hasta el río Jarama y de ahí posteriormente al río Tajo. Un informe de la Comisión Asesora de Seguridad Nuclear, fechado en 1971, recomendaba impedir el consumo de vegetales que crecieran en aquellas parcelas regadas con estas aguas, impidiendo el riego con aguas procedentes de los ríos o de sus canales, a la vez que se pedía la evaluación de los riegos contraídos por la alimentación con productos hortofrutícolas contaminados con estroncio-90. Tarde, pues para entonces ya muchas habían sido consumidas. Diez días después del accidente, aguas y lodos procedentes de los ríos Manzanares y Jarama arrojaban altísimos niveles de contaminación (dosis 10.000 veces la permitida) y en las inmediaciones de Aranjuez, los valores fueron 75.000 veces los permitidos)
http://elpais.com/diario/1994/10/24/sociedad/782953221_850215.html
Según los expertos, la contaminación se habría diluido con el tiempo y actualmente sería de muy poca entidad pero lo cierto es que no se llegó a hacer ningún estudio epidemiológico fiable.

En la propuesta de borrador de 2010 se contemplaba un aumento en el porcentaje de reutilización de las aguas, pasando de 15 hectómetros cúbicos en 2009 a 289 hectómetros cúbicos en años posteriores a 2015 (53,36 utilizados en regadíos de Aranjuez, 65 hectómetros empleados en dotar de caudal ecológico al Lozoya aguas debajo de la presa de El Atazar y 142,12 hectómetros de demanda medioambiental (recordemos que este era el plan que contemplaba el trasvase Jarama-Alto Tajo)

Es llamativo el alto porcentaje de reutilización en relación al caudal circulante, muy superior al del resto de cuencas (según el texto de 2010 del borrador del Plan Nacional de Reutilización de Aguas) y aún más si tenemos en cuenta que actualmente todo lo que sobrepase los 240 hectómetros cúbicos en cabecera (400 en el nuevo borrador) se considera “excedentario”. Un aumento de caudal y una mayor fluctuación estacional de este deberían ser en parte suficientes para arrastrar, diluir o al menos minorar el mal estado del río. Si ninguna de estas premisas se van a tener en cuenta, no será posible mejorar la calidad de las aguas solamente aumentando el porcentaje de reutilización.

Por tanto, los nuevos Planes de Cuenca deben contemplar la existencia de medios para que la depuración de las aguas negras e industriales que acaban antes o después en el Tajo sea mucho más eficaz. Sin una depuración efectiva y sin caudal suficiente que pueda diluir los posibles contaminantes que haya, los procesos de eutrofización y de destrucción de la fauna acuática seguirán produciéndose, como hemos podido ver en los meses anteriores con las mortandades de peces a la altura de Toledo. Si unimos mantenimiento de caudal insuficiente, deficiente depuración y relajación de criterios de mejora (o posponer los ya demandados) tenemos un río que no satisface ni una sola de las necesidades antrópicas, amén de su función ecológica.

Consecuencias de la mala calidad de aguas:

Lo reseñado más arriba se traduce en una consecuencia fundamental, que puede ser desgranada en función de las actividades que se desarrollan en -o gracias a- el río. El Tajo, de ser prácticamente la savia que hizo posible el desarrollo de Aranjuez como pudimos ver en el primer punto, de ser un eje vertebrador vital no solo para Aranjuez sino para toda España (teniendo peso y trascendencia en el devenir histórico del país) posibilitando además un desarrollo científico y tecnológico sin parangón en el siglo XVI, ha pasado a ser un ente molesto. Una “patata caliente” que nadie quiere manejar y que, y esto es lo más lamentable de todo, se considera tiene dos funciones principales que nada tienen que ver con lo dicho antes: es la fuente de recursos hídricos de una cuenca ajena y es la arteria colectora de todas las inmundicias y escorias industriales y urbanas. Circunstancias que se retroalimentan, puesto que a menor flujo de agua limpia de cabecera -destino al sureste de España- mayor concentración de desechos en su cauce medio y bajo. El río Tajo lo único que vertebra ya es la vía de salida de los desperdicios de 11 millones de personas hacia el Atlántico.

Una de las consecuencias directas la podemos ver en el sector agrícola, antaño puntero en Aranjuez y hoy relegado a una contribución casi simbólica a la economía local. Un sector agrícola que ancla sus orígenes en esas ideas clasicistas (Felipe II) que mencionábamos al principio, y que tuvo además un destacado impulso con las políticas ilustradas (Carlos III y colaboradores) Señalaba Álvarez de Quindós en su descripción histórica de Aranjuez, que el Rey Carlos III “deseoso de fomentar en el Reyno la agricultura, quiso proponer a sus vasallos su real exemplo en este sitio de Aranjuez para que les sirviese de superior estímulo” siendo Aranjuez (tal y como había sucedido 200 años antes con los Habsburgo) un auténtico banco de pruebas de investigación agraria.

El patronazgo real promovió decididamente la innovación, la investigación y unas nuevas formas de cultivar primando la calidad del producto por encima de todo. Esta situación de excelencia se prolongó hasta mediados del siglo pasado cuando este sector ocupaba a casi 3000 personas, siendo los frutos de estas fértiles tierras de tal calidad que alcanzaron fama nacional e incluso internacional, como las fresas, los espárragos e incluso productos hortofrutícolas más “humildes”. Excelencia y marchamo de calidad que aún perdura en el imaginario colectivo, como sinónimo de delicatesen.

La mecanización de la actividad agraria, la mejora de las comunicaciones de la meseta con el sudeste peninsular y los menores costes de producción en estas áreas fueron progresivamente debilitando el sector, perdiéndose cuota de mercado. Y con este retroceso, precisamente por ir tremendamente ligadas, las infraestructuras históricas tradicionales de riego también se han resentido. Un enorme volumen de Patrimonio Histórico y natural de Aranjuez ha degenerado de forma paralela al sector agrícola. Aranjuez ha perdido su identidad como potencia agrícola y con los años prácticamente nadie ha apostado por este sector estratégico. Lógicamente, la también progresiva e irracional detracción de agua de su caudal, y la cada vez mayor contaminación de este han dado el tiro de gracia a unos usos agrícolas que llegaron a ser los más avanzados del mundo.

La apuesta por los monocultivos en pos de mayor rentabilidad han hecho perder una maravillosa variabilidad biológica y al concentrar un mismo tipo de recurso alimenticio en el espacio y en el tiempo ha favorecido la irrupción de plagas. Plagas que es necesario combatir con pesticidas y fertilidad que debe ser estimulada con fertilizantes químicos. El cóctel degradativo resulta explosivo cuando los acuíferos reciben aportes químicos aplicados al propio cultivo y a su vez son recargados con aguas que albergan metales pesados en disolución. Contaminación que de seguir con este encarnizamiento sobre la cuenca del Tajo, irá a más y acabará derivando en problemas de salud pública. A su vez, estos descensos del caudal también están causando un aumento de relativo de la salinidad (sobre todo de aguas subterráneas) con los consiguientes problemas tanto para cultivos como para arbolado ornamental.

Otra consecuencia es el progresivo deterioro del río como fuente de riqueza económica en actividades no relacionadas con la agricultura o sus regadíos. El Tajo, solaz histórico de reyes y elemento generatriz de Aranjuez (como vimos en el primer punto) ya no es apto para el desarrollo de prácticamente ninguna actividad. Como hemos visto, la CHT ya ni siquiera recomienda regar con sus aguas. Por lo tanto, estamos ante un río muerto, con muy limitadas posibilidades de sobrevivir y que además éstas son cercenadas de golpe por parte de las administraciones que teóricamente deberían velar por su buen estado.

El Tajo en Aranjuez ha perdido hace años su catalogación como zona de baño. La ciudad que hace pocas décadas era un destino preferente para el turismo de baño en el interior y que contaba en su haber con playas naturales como las de La Pavera, el Cortado y tantos lugares que resuenan aún en el imaginario colectivo de los ribereños ya no es zona de baño (en virtud de la aplicación del Real Decreto 1341/2007, ante los altos niveles de contaminación bacteriana detectados en sus aguas, debida entre otros a la presencia confirmada de Salmonella entre otros gérmenes de origen fecal) por lo que no solo está en puridad prohibido el baño, sino cualquier actividad realizada en el río, hiriendo de muerte el tradicional turismo náutico de Aranjuez. Por primera vez hay una generación entera de ribereños que no saben lo que es disfrutar del baño en su río.

Aranjuez además cuenta con el primer y más laureado club de piragüismo del interior peninsular, uno de los mejores a nivel nacional y que fue galardonado con el trofeo al mejor club español en 2008. Se está llegando a una situación tan alarmante de deterioro que pronto será imposible la celebración de actividad alguna en el Tajo.

Aranjuez, en suma, pierde en todos los sentidos al mantenerse la injusta situación actual. Se pone en peligro su paisaje cultural, la contribución que hizo la naturaleza tardando milenios en crear paisajes y bosques y la del ser humano, que la sometió sin destruírla para plasmar un auténtico catálogo de saber científico y filosófico, y ahora mismo se pone en grave peligro su economía. Perpetuar la situación en el tiempo es garantía segura de su destrucción.

Por tanto, atendiendo a las argumentaciones anteriores, el Grupo Político de la Agrupación Ciudadana Independiente para Aranjuez (acipa) formula las siguientes alegaciones:

Primera: Que el Plan de Cuenca contemple la derogación definitiva e inmediata del Trasvase Tajo-Segura, para lo cual se deben establecer las condiciones para la autogestión hídrica de las cuencas receptoras de manera que entre en vigor desde el mismo momento de la aprobación definitiva de este documento. Eso sí, sin que estas condiciones supongan dejar en suspenso la medida original o minorarla.

Por otra parte, la derogación del trasvase debe conllevar la redacción de un nuevo Plan de Cuenca del río Tajo que contemple las necesidades reales de la misma, pues el actual está redactado ad hoc para mantener el trasvase y perpetuarlo en el tiempo. Un Plan hidrológico cuya mayor virtud es blindar unos recursos hídricos destinados a otra cuenca debe ser retirado y reemplazado por otro que de verdad ponga al servicio de la cuenca del Tajo, de su medio ambiente y sus ciudadanos dichos recursos hídricos.

Segunda: Rechazo de la propuesta de planificación de un caudal ecológico de seis metros cúbicos por segundo. Caudal que además se pretende sea el mismo independientemente de la estacionalidad o del devenir de los años hidrológicos. Además de rechazar un caudal ecológico establecido arbitrariamente sin criterios técnicos que lo sustenten, solicitamos que se establezca un régimen de caudales que respete la estacionalidad y pueda satisfacer las demandas medioambientales del río. Los valores máximos y mínimos que requerimos son los mismos que se presentaron en un borrador que no llegó a concretarse en 2010 y que supondrían pasar de los 6 metros cúbicos a 12,7 metros cúbicos por segundo, resultantes de la media entre los caudales propuestos de 15,48 metros cúbicos en abril y los 10,84 metros cúbicos de caudal mínimo en octubre.

Este régimen de caudales, no obstante, debe responder a estrictos criterios científicos y técnicos y deben ir exclusivamente encaminados al cumplimiento de los requisitos contemplados en la Directiva Marco del Agua y a la conservación del Paisaje Cultural de Aranjuez y los usos asociados a la actividad humana (socioeconómica) de sus ciudadanos.

Tercera: Establecimiento de una reserva estratégica en los embalses de cabecera de Entrepeñas y Buendía superior a la contemplada en el documento presentado. La reserva estratégica contemplada en el documento es insuficiente para mantener el régimen de caudales que solicitamos y que solo puede ser mantenida si a su vez el caudal ecológico medido en Aranjuez (6 metros cúbicos) se mantiene invariable y no sujeto a estacionalidad, teniendo en cuenta que el documento permite que se sigan detrayendo anualmente volúmenes en dirección al Segura (en los treinta años de explotación del acueducto Tajo-Segura se han trasvasado una media de 350 hectómetros cúbicos anuales, casi la mitad de las 600 previstas )

Además, sería incluso insuficiente, a la vista de los datos aportados, para mantener unas láminas estables de agua que permitan su uso por parte de los municipios ribereños de Entrepeñas, Buendía y Bolarque.

Cuarta: Redefinición del criterio de “aguas excedentarias” y/o desaparición del mismo (circunstancia que incluso debería ser extrapolable al resto de planes de cuenca) del borrador del Plan de Cuenca del Tajo.
De entrada y por definición, no creemos en el término “aguas excedentarias” pues, como decíamos al principio a ningún ecosistema fluvial le sobra agua y además, cuando actualmente este término no está sujeto a criterios científicos y sí a la subjetividad del legislador de turno.

Es absolutamente inadmisible, rallando la burla, que se hable de aguas excedentarias cuando el río carece del suficiente caudal para autodepurarse y más cuando el propio borrador contempla destinar casi la mitad de su presupuesto a nuevos planes de depuración para intentar cumplir a largo plazo las directivas europeas, como la Directiva Marco del Agua.

Y por último, es inadmisible que se hable de “aguas excedentarias” cuando por el canal del acueducto Tajo-Segura circulan volúmenes de agua que casi triplican los que pasan por el cauce natural en Aranjuez (15 y 16 metros cúbicos por segundo frente a los seis que se contemplan para Aranjuez) ¿Desde cuándo los “excedentes” triplican al caudal del que supuestamente sobran?

Quinta: Derogación del denominado “Memorandum de entendimiento” suscrito el pasado mes de febrero por el Ministerio de Medio Ambiente, la Generalitat Valenciana y el Gobierno de la Región de Murcia que contempla la perpetuación del Trasvase Tajo-Segura y lo que es peor, pontifica sobre muchas de las medidas recogidas en el borrador de Plan de Cuenca, sin estar incluído en él. No es admisible de ninguna forma que un documento externo a la Cuenca del Tajo, completamente opaco y que no se somete a información pública precisamente por ser un ente ajeno al mismo tenga capacidad de modificar sustancialmente las actuaciones en él contempladas.

Este memorando que considera al trasvase como “elemento estratégico” además presumiblemente recoge actuaciones como la facilitación de la venta de derechos de agua entre cuencas y la posible anulación de la Ley 11/2005, que contemplaba ir reduciendo progresivamente las aportaciones desde la cuenca del Tajo hacia la del Segura conforme fueran ir entrando en funcionamiento las nuevas desalinizadoras. Situación a todas luces ilógica porque si estas plantas entran en funcionamiento no serían necesarios más aportes hídricos y si no entraran en funcionamiento España podría verse obligada a devolver las ayudas europeas con las que se levantaron.

Sexta: Prohibición de la venta de derechos de uso de agua, auspiciada por la Confederación, de los regantes del canal de las Aves a la Mancomunidad del Taibilla. Precisamente el memorando que se comentaba en el anterior punto recoge la necesidad de facilitar la venta de los derechos de uso de agua, todo ello en detrimento de los aportes hídricos a las huertas, los Paseos Arbolados y Sotos de Aranjuez e incluso en detrimento de los propios agricultores, pues pueden ver en un futuro como los derechos de agua les son retirados por la propia Confederación, al haber estado durante años sin cultivar. Pero sobre todo, porque el nivel freático del río Tajo será el primero en resentirse si se le retira el aporte hídrico procedente de la agricultura.

Séptima: Establecimiento de un plan integral de depuración que vaya mucho más allá de lo inicialmente previsto en el borrador, que contemple dicha depuración desde el punto de vista de la calidad del agua en sus múltiples usos y concepciones y no desde el único punto de vista de la reutilización y con vistas a sustituir con caudales depurados las aguas que se detraen en cabecera.

El plan Hidrológico reconoce la pésima calidad de las aguas del tramo medio del río Tajo (más concretamente en la zona de Aranjuez) por la desembocadura del río Jarama que funciona como arteria colectora del área metropolitana de Madrid pero sin embargo las medidas que tiene previsto adoptar no serán suficientes para la mejora de la calidad de dichas aguas, puesto que rechaza aumentar caudales y generar dinámica fluvial estacional.

La mejora de las aguas en los sistemas Manzanares-Jarama y Tajo no pueden depender exclusivamente de una mejora en los sistemas de depuración. Deben contemplar medidas adicionales como el control de las actividades ilegales y abusivas de extracción subterránea de agua (ya que se pierde por esa vía una sustancial cantidad de caudal y se concentran contaminantes) se debe establecer la prohibición de otorgar más licencias de extracción de áridos en la cuenca del Jarama por idénticas razones, la obligatoriedad de separar aguas negras procedentes de la actividad humana de las aguas pluviales y que estas no acaben vertiéndose de manera conjunta a los ríos (como sucede periódicamente en entornos protegidos en la Ría histórica de Palacio o en las playas naturales del Tajo) así como aumentar el control de los efluentes procedentes de la actividad agrícola y ganadera.

Octava: Reconocimiento de la singularidad de Aranjuez como caso único y excepcional en Europa de modelo autónomo y referencial de ordenación del territorio (ordenación territorial no el sentido de simple disposición de los elementos en el espacio sino disponiéndolos siguiendo los criterios establecidos por la propia Naturaleza) con el río Tajo como elemento vertebrador e insoslayable de dicho desarrollo posterior.

No se puede dar un tratamiento uniforme a la cuenca, a los regadíos, a la depuración de sus aguas y mucho menos a la disponibilidad de sus caudales sin tener en cuenta los valores históricos, paisajistas y monumentales que emanan del Paisaje Cultural de Aranjuez. No se puede recurrir a un estudio -encima muy pobre, parcial y diseñado para confirmar unas tesis ya prefijadas de antemano- sobre ciprínidos y con él pretender despachar 500 años de historia, arte y paisajismo únicos en el mundo.

Debe reconocerse la singularidad a nivel paisajista, atendiendo a su denominación como Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad, que está sujeto por parte de las autoridades de la Unesco a unas muy estrictas prescripciones para salvaguardar su integridad; Debe reconocerse la singularidad a nivel de sus sistemas tradicionales de riego, que deben ser preservados y expresamente protegidos para la posteridad, ya que proporcionan bienes y servicios que sobrepasan ampliamente la función con la que originalmente fueron concebidos. No pueden uniformarse todos los sistemas de riego de la cuenca y valorarse sin tener en cuenta su origen histórico.

Debe reconocerse su singularidad a nivel agrícola, atendiendo a la tradición histórica de este Real Sitio como zona de huerta y de cultivos hortofrutícolas de gran calidad, algunos de los cuales tienen fama mundial.

No se pueden soslayar, en suma, todo este tipo de características de importancia inmaterial mediante estudios parciales, sesgados y probablemente encaminados a respaldar decisiones ya tomadas de antemano. Este Borrador que teóricamente debe dar solución a los problemas más acuciantes que ahogan a la cuenca del Tajo debe retirarse, pues no soluciona nada y aplica prescripciones generales a realidades muy distintas que coexisten a lo largo del que aún hoy es el río más largo de la península ibérica.

SOLICITA:

Que se tenga por presentado en tiempo y forma el presente escrito de alegaciones al borrador de la propuesta de proyecto de Plan de Hidrológico de la cuenca del Tajo y se incorporen las alegaciones en el contenidas a la redacción definitiva del nuevo Plan.
En Aranjuez a 17 de septiembre de 2013.


Fdo: Pilar Quintana Álvarez
Concejal Portavoz acipa

MINISTERIO DE AGRICULTURA, ALIMENTACIÓN Y MEDIO AMBIENTE. DIRECCIÓN GENERAL DEL AGUA.