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Colaboración Jesús Mario Blasco en el Heraldo de Aranjuez.

ASUNTOS DE ESTADO.

Más allá de ideologías, concepciones y diferentes visiones de la realidad, existen asuntos que solo admiten una visión objetiva y exigen soluciones contundentes. Y en una Corporación con seis partidos políticos, no cabe una respuesta más contundente que aquella que sale con el marchamo que da la Unanimidad. Hay temas y asuntos que trascienden la visión política, que exigen la máxima unidad porque son fundamentales para el desarrollo de Aranjuez, el empleo actual y el futuro.

Uno de estos temas es el de la plataforma logística intermodal, pieza capital para articular el futuro industrial de Aranjuez. Llevamos ya muchos años advirtiendo que nuestra ciudad ha perdido pie con respecto a las localidades de nuestro entorno. Grandes masas de suelo ya desarrolladas, urbanizadas, a menor coste, listas para albergar empresas, sin problemas de espacio ni suministros. Es evidente que esa carrera la tenemos perdida. Pero hay otra en la que tenemos todas las de ganar, y es así porque depende de una cualidad que es inherente a Aranjuez, y no es otra cosa que su ubicación geográfica. La salida natural del área metropolitana de Madrid hacia la meseta sur y levante, la puerta de entrada (y salida) de siete millones de habitantes, la tercera aglomeración urbana de Europa occidental. Precisamente esta ventaja era la que buscaba explotarse cuando se comenzó a gestar el proyecto de la plataforma logística intermodal, que no era otra cosa que una terminal de carga y descarga de grandes contenedores procedentes de los principales puertos para su posterior distribución por carretera a bloques logísticos, donde repetir el proceso a menor escala. La vetusta (y ya embutida en Madrid capital) terminal de contenedores de Abroñigal no tiene margen de crecimiento y sus 400 metros de andenes se antojan pequeños para permitir el estacionamiento de grandes convoyes de mercancías de hasta 750 metros, y el puerto seco de Coslada se antoja lejano para abastecer el sur metropolitano y sus grandes áreas de desarrollo industrial. Aquí teníamos teóricamente todos los ases en la mano: espacio para construir andenes lo suficientemente largos como para estacionar esos grandes convoyes de contenedores, para levantar grúas, estacionamiento para camiones, una autovía (A-4) y una autopista de peaje (R-4) a escasos metros, un posible baipás de mercancías dentro del plan de Cercanías de Madrid 2009-2015, además sin la limitación de compartir plataforma con ellas y lo que es mejor, una zona oeste prácticamente virgen (sector IX, Cabezadas…) que se iba a ver beneficiada por las sinergias generadas por esta instalación. Desde acipa fuimos conscientes de esta circunstancia cuando presentamos una propuesta al Pleno en 2009 para construir una terminal de carga y trasladar la importancia de la iniciativa a Renfe y Adif. Meses después se articulaba desde el Ministerio una fórmula de colaboración entre el sector público (Adif) y privados (empresas relacionadas con el transporte ferroviario de mercancías) para desarrollar una de las principales instalaciones intermodales del centro de España.

Hoy a finales de 2016, en esa semana horribilis de la que hablábamos en la columna pasada, se nos escapaba también este importantísimo proyecto. Sin embargo, antes de tirarnos de los pelos y de abrir las puertas del panteón de maquetas y promesas incumplidas (con el canal de remo, la universidad de Legamarejo, el centro internacional de ocio, el tranvía, el palacio de justicia…) conviene hacer una reflexión profunda. La primera lección que debemos aprender es que para que algo venga a Aranjuez debemos lucharlo con uñas y dientes. Que debemos implicar a todas las administraciones presentes en Aranjuez, la primera la Comunidad de Madrid para que cuando hable de centros logísticos empiece a mirar a Aranjuez y no solo a Alcalá, Getafe, Móstoles o Villarejo y acabando por Adif y sus enormes masas de suelo sin desarrollar.

Y sobre todo, independientemente de si la parte privada no tenía la potencia suficiente para tirar del proyecto o si la parte pública pensaba en mejores ubicaciones, no podemos estar permanentemente tirándonos los trastos a la cabeza por más que sea tentador. Nuestros competidores, como decía más arriba, tienen el suelo, tienen años de ventaja sobre nosotros de cara al desarrollo de polígonos, tienen hasta fiscalidad más ventajosa… pero no pueden competir en calidad con la ubicación del suelo de Aranjuez, con el valor añadido que ese suelo tiene por el simple hecho de estar en Aranjuez. Pero donde nunca deben llevarnos la delantera es en constancia y en unidad, porque en los asuntos “de Estado” debemos actuar con una única voz. Por la cuenta que nos tiene.