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Artículo Jesús Mario Blasco en el Heraldo de Aranjuez

Fitur: de mal en peor

Hablemos claro. No sabemos vendernos. Podríamos revertir los desastres hídricos del trasvase con la cantidad de lágrimas que hemos derramado durante años criticando a la televisión pública regional, esa Telemadrid que no nos sacaba nunca, nada más que para cosas negativas. O esa prensa que hacía otro tanto.

Cuando eso sucede, lo menos que puede hacer uno es intentar compensar esa extraña invisibilidad a la que nos someten algunos medios. El problema viene cuando ni nosotros mismos somos capaces de proyectar al exterior lo que realmente es Aranjuez. O al menos, lo que queremos ofrecer. Los argumentos están tan sobados ya que se hace pesado repetirlos. Aranjuez, la ciudad del palacio, los jardines y, y… ya. Cualquiera que lea estas líneas sabe que nuestra ciudad es infinitamente más que eso, pero también sabrá que se trata de una imagen de marca que se ha sobreexplotado. Hemos vivido tan cómodos con ella, que no sabemos salir de su alargada sombra.

Cuando Aranjuez fue nombrado en 2001 Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad, fue por un compendio de características, y no solo por un palacio y sus jardines, sino por muchas más cosas. Por sus obras hidráulicas, por su trazado barroco, por esas 100 hectáreas de ciudad monumental que fueron merecedoras de la máxima protección (sí, Aranjuez también es una ciudad Patrimonio) por sus 30 kilómetros de Paseos Arbolados, por la maravillosa ordenación de la naturaleza plasmando sobre el terreno el sueño del monarca más poderoso de la historia. Dicha inscripción en la lista de bienes Patrimonio Mundial fue refrendada en verano de 2015, con el título de Lugar de Excepcional Valor Universal. Único en nuestra región, y uno de los pocos lugares de España que cuenta con tal distinción.

Con el tiempo, a la ciudad barroca le ha ido “creciendo” otra, menos ordenada frecuentemente, pero cuyo capital humano ha seguido engrandeciendo la historia de este Real Sitio. El paso de genios de todas las disciplinas ha sido incesante, y su sola mención necesitaría un stand propio en la feria de turismo más importante del mundo. No digamos ya la mención del medio ambiente, de la ciudad, del Real Cortijo, de la huerta y sus productos, de su gastronomía, de la única fiesta de Interés Turístico Internacional que tenemos en la región, de sus actos religiosos, del festival de música antigua, de su ferrocarril histórico…

Nada de nada. La presencia de Aranjuez en Fitur, en el “mundial del turismo” es testimonial, como si hubiese que cumplir con el guión y punto. Sí, con una réplica del globo Montgolfier en la entrada, que está muy bien, pero que sin remediar carencias básicas a nivel de promoción es un reclamo fallido. Siete meses después de aprobarse la propuesta de acipa para que la web turística municipal fuese accesible en varios idiomas, dicha página sigue ofreciendo su menuda información exclusivamente en castellano. Ignoro si habrán llamado a la Royal Shakespeare Company para las traducciones, porque si no es inconcebible. Como sigue siendo imposible que los turistas que acceden a Aranjuez por tren puedan hacerse al menos con un sencillo plano (eso sí tienen la suerte de que el tren les deje en el andén más cercano en caso de problemas de movilidad)

Llevamos toda la vida intentando dejar de ser destino de media mañana, de “bocata”, refresco y para el autobús, camino de Toledo o Chinchón. Llevamos toda la vida intentando que el turista penetre en el casco histórico, conozca uno de los mercados más antiguos de España, disfrute de la variada y de calidad hostelería local, el deporte… pero en el intento nos hemos quedado. Aranjuez no es ni por asomo eso que se proyectó en Fitur. No se lo merece.